SIN TRAMA Y SIN FINAL
ESCRITURA/ CONSEJOS DE ANTÓN CHÉJOV (18601904)
(25 fragmentos de cartas dirigidas a amigos, escritores, familiares,
etc.)
1/ Dios mío: no permitas que juzgue o hable de lo que no conozco o no
comprendo.
2/ Toma algo de la vida cotidiana sin preocuparte por la trama y sin
final.
3/ No se trata de lo que he visto sino de cómo lo he visto.
4/ Escribe una crónica durante un año entero; luego acórtala durante
medio año y después publícala. Tú limas poco y un escritor, más que
escribir, debe aprender a bordar sobre el papel; el trabajo debe ser
minucioso y elaborado.
5/ No inventes sufrimientos que no has experimentado; no describas
paisajes que no has visto; la mentira, en la escritura, resulta más
molesta que en una conversación.
6/Nunca se debe mentir. El arte tiene esa grandeza particular: no
tolera la mentira. Se puede mentir en el amor, en la política, en la
medicina; se puede engañar a la gente, incluso a Dios; pero en el arte
no se puede mentir.
7/ Evitar descripciones rutinarias de los objetos: “Los estantes de la
pared estaban llenos de libros”, etc.
8/ Las descripciones de la naturaleza deben ser breves y cumplir una
función. Deben dejarse de lado lugares comunes del tipo: “El sol
poniente, sumergiéndose en las olas ya oscuras del mar, inundaba de un
oro purpúreo, etc.”. O “las golondrinas, volando sobre la superficie
del agua, piaban alegremente”.
9/ Evitar el antropomorfismo: el mar respira, susurra, está
desconsolado, etc; esas asimilaciones hacen las descripciones bastante
monótonas, a veces empalagosas y otras oscuras; en las descripciones
de la naturaleza el color y la expresión se alcanzan solo con
sencillez, con frases simples del tipo “oscurece”, “llueve” y otras
por el estilo.
10/Lo mejor es no describir el estado de ánimo de los protagonistas de
un relato; hay que tratar que dicho estado se desprenda de las
acciones de los protagonistas.
11/ Conviene no abundar con los detalles. Resulta más efectivo
sacrificarlos al conjunto. Los detalles, por muy interesantes que
sean, fatigan la atención del lector.
12/ La abundancia de personajes en escena suele ser errónea. El centro
de gravedad deberían ser solo dos: él y ella…
13/ Puede llorar con un relato, puede sufrir con sus personajes, pero
debe hacerlo de tal modo que el lector no lo perciba. Cuanto mayor sea
su objetividad más fuerte será la impresión que produzca.
(recordar acá el efecto de realidad en Barthes)
14/ Cuanto más sentimental sea la situación abordada, más fría debería
ser la escritura. No conviene azucarar.
15/ Nunca escribí directamente del natural. Sólo sé escribir basándome
en recuerdos. Necesito que mi memoria decante el motivo y que en ella,
como en un filtro, solo quede lo que es importante y característico.
16/ Recuerda que las declaraciones de amor, la infidelidad de maridos
y esposas, las lágrimas de la viuda y los huérfanos, cualquier tipo de
lágrimas, vienen siendo descritas hace mucho tiempo. El tratamiento
del tema debe ser nuevo; podemos incluso prescindir de la trama.
17/ No seamos charlatanes y admitamos con franqueza que en este mundo
no se entiende nada. Sólo los imbéciles y los ignorantes creen
comprenderlo todo.
18/ Me reprocha usted mi inmoralidad, mi falta de objetividad…Quizás
querría que yo, al describir ladrones de caballos en un cuento, dijera
que “robar caballos está mal”. Pero eso ya se sabe desde hace tiempo
sin necesidad de que yo lo diga. Que se ocupen los jueces de eso.
Admito que sería agradable conciliar arte y predicación; pero en mi
caso es imposible por motivos técnicos.
19/ Es un buen hombre, no exento de ingenio, pero literalmente
inculto. Tiene una pasión por los lugares comunes, por las palabras y
descripciones altisonantes y cree que esos ornamentos son
indispensables a la hora de escribir. Se parece por momentos a esos
creyentes que no se atreven a rezar a Dios en ruso y lo hacen en
eslavo eclesiástico, aún sabiendo que el ruso está más cerca de la
verdad y el corazón.
20/ No temas escribir tonterías.
21/ No es la escritura en sí misma lo que me da náuseas sino el
entorno literario, del que no es posible escapar, y que te acompaña a
todas partes, como la atmósfera a la tierra.
22/ Se me reprocha que sólo escriba sobre acontecimientos mediocres y
que no presente héroes positivos en mis relatos. ¿De qué clase de
héroes quieren que hable? Me limito a decir a los lectores: ¡miren que
aburrida y tonta es la vida que llevan! Si los lectores entienden
seguramente se inventarán una vida diferente y mejor.
23/ Al corregir suprima adjetivos y adverbios que sobren. Pone usted
muchos adjetivos y eso cansa. Cuando escribo “el hombre se sentó en la
hierba” resulta comprensible: es claro y no fatiga. Por contrario
resulta pesado para la cabeza si escribo: “Un hombre alto, de pecho
hundido, estatura mediana y barba pelirroja, se sentó sobre la hierba
ya pisada por los paseantes; se sentó sin hacer ruido, tímidamente,
mirando con temor a su alrededor”. Este pasaje tarda en entrar en la
cabeza y la literatura debe entrar de golpe, en un instante”.
24/ Algunas noticias biográficas resultan inútiles. Si escribo “en
1839” eso no le dirá nada a un francés. Tal vez quedaría mejor así: “A
la edad de veinte años Dostoievsky” tal y tal cosa. Para mí esas
informaciones son más importantes que las fechas. El público no
retiene a estas últimas. Finalmente se convierten en letra muerta.
25/ ¡Déjese de paréntesis y comillas! Las comillas las emplean dos
tipos de autores: los tímidos y los poco ingeniosos. Algunos ponen una
palabra entre comillas como diciendo: “¡Fíjate lector qué palabra tan
atrevida, original y nueva acabo de inventar!”