UNA VISIÓN DE LA MIGRACIÓN MEXICANA A
LOS ESTADOS UNIDOS
POR JOSÉ EVARISTO RAMÓN XILOTL RAMÍREZ*
El desplazamiento de trabajadores mexicanos a los Estados Unidos es un
fenómeno socioeconómico que forma parte de la vida de las dos
naciones. Se inició hace más de cien años y su dinámica lleva a pensar
que seguirá siendo una realidad por muchos años más. Tal realidad
merece conocerse de manera integral, sobre todo analizar los
beneficios y perjuicios que causa para así definir una política de
estado con relación a él.
No ha sido política oficial ni está en el interés del sector privado
que los trabajadores mexicanos emigren. Con el fenómeno perdemos
recursos humanos valiosos los cuales podrían estar trabajando y
aportando su energía y talento en nuestra sociedad. Hasta ahora, ese
desplazamiento ha excedido la capacidad de crecimiento económico que
el país ha logrado alcanzar. Se trata de una fuerza laborante que no
ha encontrado acomodo debido a la moderada oferta anual de empleos.
Sin embargo, aunque la principal no es ya la única causa pues el
fenómeno ha desarrollado en ciertas poblaciones generadoras de
migrantes un sentimiento de tradición, de desafío y prueba de ambición
para su población joven. Razones familiares también lo llegan a
impulsar.
El reto que tiene México para conservar a sus trabajadores está en
alcanzar un crecimiento económico sostenido de un 6% por lo menos
durante unos 25 años, a fin de absorber la nueva fuerza laboral y para
subsanar rezagos. No hay otro camino, no se puede desconocer que está
en el legítimo interés de cada ser humano buscar mejores estándares de
vida.
Las políticas de restricción migratoria en los Estados Unidos, tanto
en su aspecto legislativo, como en el fortalecimiento de la patrulla
fronteriza para bloquear la entrada indocumentada de trabajadores
migratorios mexicanos, no han inmovilizado al fenómeno social de la
migración. Este sigue siendo más fuerte que la voluntad estadounidense
de sellar la frontera y de pretender marginar de la sociedad a los
trabajadores migrantes.
Es cierto que el costo ha sido muy alto, pues un promedio de más de
400 migrantes mueren año con año en la frontera en su intento de
cruce, además, evidencia que el bloqueo ha logrado únicamente
desplazar el flujo de trabajadores hacia otros puntos más peligrosos,
pero no ha evitado el cruce indocumentado ni ha desanimado el intento.
Su único logro ha sido encarecer el costo del servicio que ofrecen los
“coyotes” o “polleros”.
Por su parte, la legislación restrictiva que pretendió marginar o
expulsar a la población trabajadora indocumentada al excluirlos de la
obtención de ciertos servicios públicos, se ve superada por una nueva
realidad que ha ido ganando espacios en diversas ciudades y en dos
estados de la unión americana, a través de la aceptación y
reconocimiento del documento de identidad y residencia que expiden los
consulados mexicanos y que se conoce como matrícula consular.
Buscar los aspectos positivos de la migración en lo individual, como
en lo familiar y para la sociedad mexicana varía de un caso a otro.
Podríamos hablar de aquellos trabajadores que se volvieron empresarios
y llegaron a acumular fortuna y simultáneamente podríamos hablar de
aquellos en que el o la migrante resultó ser víctima de explotación o
esclavitud. Se podrían citar los casos en que la familia se estableció
y sus hijos se abrieron un mejor porvenir; o podríamos mencionar los
casos dramáticos de quienes perdieron la vida en el río, en el
desierto, en la montaña, en el canal o en las vías del ferrocarril.
No se puede dejar de mencionar el impacto de las remesas que la
población migrante envía a su familia en México, lo significativo que
son tanto en la economía de sus familias como en la captación de
divisas para México, sin dejar también de considerar que se trata de
familias que han quedado desunidas de manera temporal; desunión que
puede volverse definitiva o encontrar poblaciones compuestas por
niños, mujeres y ancianos, puesto que los varones en edad laboral
están fuera del país.
Igualmente, hay que considerar que México le dio a esos trabajadores
en su niñez vacunas, atención médica y educación gratuita, invirtió
en ellos; los mismos que en la edad productiva, emigran a aportar su
energía y creatividad a una sociedad extranjera.
Tomando pues en consideración las complejidades del fenómeno junto
con los beneficios y perjuicios que representa la migración mexicana
a los Estados Unidos y desde luego, estando conscientes que ésta
continuará por largo plazo, se debe definir al esquema gubernamental
de atención al fenómeno a corto, mediano y largo alcance.
En el corto plazo, México debe seguir brindando atención y apoyo a
través de todos sus consulados en la unión americana, seguir prestando
los servicios documentales que siempre demandan; así como visitar las
cárceles, centros de detención, hospitales y campos agrícolas, para
auxiliar y resolver situaciones que ameritan la atención consular.
Los Cónsules deben seguir yendo a escuelas donde hay niños mexicanos o
mexicoamericanos, para darles motivación y orgullo para seguir
adelante; así como dedicar tiempo para acompañarlos en sus partidos de
fútbol o de béisbol, o a las fiestas donde se corona a la reina del
grupo de oriundos de un determinado lugar, o para dar fe de la
transparencia de la rifa.
Comunicarse con la comunidad usando también todos los medios de
comunicación para que se sienta relacionada con el Consulado y
manteniéndola siempre informada con el acontecer de lo que pasa en
México y de las leyes o situaciones que les afectan en la localidad.
El objetivo principal, es no dejar abandonados a su suerte, ni
desatendidos o desvinculados de México a nuestros migrantes.
En el mediano plazo, deben concluirse acuerdos ya sea de manera
completa o parcial, pero que gradualmente lleven a abarcar la
totalidad en dos objetivos:
Regularizar la situación migratoria de esos 4 millones de
indocumentados mexicanos que se estima existen en la unión americana,
para que con el documento migratorio en regla puedan con seguridad
desenvolverse, interactuar y salir adelante. Que puedan venir a México
y regresar sin preocupación a los Estados Unidos, que puedan
incorporar a sus familiares inmediatos y que puedan cotizar en el
seguro social con su nombre real, que les permita gozar de su pensión
durante su retiro y que sus hijos puedan continuar con sus estudios a
nivel universitario sin la limitante impuesta a los escolares
indocumentados.
En el mismo sentido, debe buscarse la apertura a la legislación
migratoria, para que el desplazamiento de los trabajadores se
conduzca de una manera ordenada y segura a través de los puestos
autorizados; que exista la autorización en términos prácticos, para
que el trabajador migrante se presente en el puesto de inspección
migratoria y con naturalidad se identifique y manifieste sus
intenciones de trabajo sin obstáculo alguno.
Esta admisión autorizada de trabajadores, debe responder a las
realidades del mercado de trabajo en los Estados Unidos, en la cual el
trabajador mexicano es reconocido por su dedicación y su calidad.
Debe, pues, la legislación migratoria adecuarse a la demanda de mano
de obra.
A largo plazo, deben planificarse el establecimiento de fuentes de
trabajo en las áreas más definidas como exportadoras de mano de obra
y debe de crearse una cultura más empresarial dentro de la
población, que permita equilibrar la generación de empleo en
proporción suficiente a la generación de empleados; nuestros
economistas sobre todo aquellos que están en los centros de
decisión, deben ubicar un proyecto consistente que conduzca al
crecimiento económico que ofrezca mayores y mejor pagados empleos; no
sólo para trabajadores agrícolas, obreros o técnicos, sino también
para profesionistas mexicanos.
*Embajador de México. Actualmente comisionado como Delegado de
Pasaportes en Puebla, México. Ver ¿Quién es Quièn?