CACE 2006
11º Concurso de Relatos
La Discapacidad y las Barreras.
Cuarto premio: "EL PÁJARO SIN ALAS”
Era primavera. Una familia de pájaros encontraron en un gran roble una
rama muy alta y con buenas vistas y decidieron construir allí su nido,
con tan mala suerte que, en un instante, una golondrina pasó veloz
volando y provocó un accidente con uno de los huevos.
*
¿Está roto? – preguntó el padre
*
No, pero tiene algunos rasguños. Será mejor que lo llevemos al
nido. Unos días después los huevos se abrieron y los polluelos
salieron.
*
¡Oh! Hay uno que tiene las alas pequeñísimas.
*
Pues ha de ser el que se cayó.
*
¿Conseguirá volar algún día?
A los polluelos, habitualmente sus padres les enseñaban a volar, pero
el pobre pajarito sólo montaba el vuelo a poca altura y no era tan
rápido como sus hermanos, así que siempre se quedaba solo en el nido
en la rama más alta del roble.
Un día, mientras comía gusanos, un gusano vivo le dijo:
*
¡No, porfa, no me comas!
*
Quiero volver a mi casa.
*
¿Y dónde vives?
*
En las margaritas que hay allí abajo, en el jardín de aquella
casa. ¡Sus pétalos están tan ricos!
*
Yo solo no podré llegar hasta allí. Mis pequeñas alas no me
permiten volar.
*
¡Oh! Me perderé, si no me comen antes
*
¡Quédate conmigo!
Juntos, el gusano y el pajarín, jugaban y charlaban hasta que un día
el gusano desapareció enredado en un capullo y, por más que lo
llamaba, no respondía.
*
¡Será mejor que lo esconda pensó!
El pájaro se sentía nuevamente muy triste y muy solo. Echaba mucho de
menos a su amigo.
Una soleada mañana:
*
¡Hola! ¿te acuerdas de mí?
*
Tu voz me resulta familiar.
*
¡Soy yo, el gusano! Mira qué alas más bonitas me han salido.
*
¿Cómo lo has hecho?
*
Nada especial, sólo dormir y dormir. A lo mejor si tú duermes
mucho, también te crecen las tuyas.
*
Puede ser. Lo haré, pero… no entiendo cómo conseguiste dormir
tanto. Con tanta luz…
*
Buscaremos un sitio oscuro y resguardado. Creo que sé de alguien
que te puede ayudar.
*
¡Roble! ¿podrías ayudarnos?
*
Sí, ya os he oído, pero, si vas a pasar el invierno también aquí,
deberías meterte en este agujero. Así estarás calentito.
El roble y el pajarín pasaban mucho tiempo hablando de sus sueños. Al
roble le gustaría ver el mundo; y al pajarín, volar para volver a ver
a sus hermanos.
Un día el roble se quedó profundamente dormido, y el pajarín
distraíase viendo caer la lluvia y las hojas arrastradas por el
viento. Estaba muerto de hambre y frío, cuando sintió una vocecita:
*
Pero ¿no te has ido con los demás?
*
Es que no puedo volar
*
Ven a mi casa. Allí estarás bien – dijo el niño de la casa del
jardín.
Cada tarde, después del colegio, los niños solían ir al jardín a oírlo
trinar, y el pajarín corría tras ellos feliz.
Pasaron los días y los árboles se llenaron de hojas verdes; y el
jardín, de flores de colores. Volvieron muchos pájaros, que con sus
trinos llenaron de música y alegría el jardín del niño y que contaron
al viejo roble cómo es el mundo. Era primavera.
Autor: Pablo Muñiz González.
Colegio: Versalles Avilés
Curso: 6º B
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