LA DISCIPLINA DEL CREYENTE
TEXTO: Hebreos 12:511
Introducción
Una de las realidades que enfrenta el creyente es la disciplina de
Dios. Pero, ¿qué es ‘disciplina’? Hay dos cosas que debemos tomar en
cuenta para entender el concepto de la ‘disciplina’ de Dios.
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Cuando Dios nos disciplina, NO nos está castigando por el pecado
(Cristo sufrió el castigo); nos está corrigiendo por cometer
pecado.
*
La palabra, “disciplina” (v.6), es la traducción del verbo, ‘paideuo’,
que está relacionado con el sustantivo, ‘pais’, que significa
‘niño’ (Mat 2:16) o ‘siervo’. Por consiguiente, el verbo significa
‘criar (a un niño)’ o ‘educar (a un niño)’; ver Hch 7:22 (“Y fue
enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios”); 22:3 (“instruido
a los pies de Gamaliel”).
El pasaje nos indica que el concepto que el autor está manejando es el
de ser formados o corregidos por un Padre (v.7, 910). Por lo tanto,
aunque la disciplina implica sufrimiento, el propósito NO es castigo,
sino corrección.
1.
LA FORMA DE LA DISCIPLINA
Una vez que somos Sus hijos, ¿cómo nos va formando Dios? La Biblia
indica que Dios lo hace en DOS maneras:
*
Espiritualmente: quitándonos el gozo de la salvación (Sal 51:12;
contraste con Sal 21), haciéndonos sentir que Él está entristecido
(Efe 4:30), quitándonos el gozo de Su presencia (Cant 5:68).
Cuando el creyente siente estas cosas, inmediatamente debe dejar
el pecado.
Lamentablemente, no siempre lo hacemos (por ejemplo, Sal 32:34).
Cuando eso ocurre, Dios usa una segunda manera de corregirnos:
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Físicamente: permitiendo una enfermedad (1 Cor 11:30), o
dificultades en la familia (2 Sam 12:1315), o problemas
económicos (Deut 28:1568).
Los creyentes hebreos estaban sufriendo algo de esto, por el pecado de
dejar de congregar (Heb 10:25), y de descuidar una salvación tan
grande. Y el sufrimiento era fuerte. Notemos los verbos que el autor
usa aquí: “eres reprendido” (v.5b), “azota” (v.6b).
2.
EL PROPÓSITO DE LA DISCIPLINA
Según el autor de hebreos, las personas a quienes Dios disciplina son
Sus hijos; son personas a quienes Él ama. Por lo tanto, la disciplina
es algo benéfico para el creyente. Es la manera que Dios usa para
corregir a Sus hijos, y formarlos bien. ¿Qué es lo que Dios pretende
hacer, por medio de la disciplina?
*
Nos lleva a reconocer nuestro pecado (Sal 32)
*
Nos lleva a dejar el pecado (Sal 119:67, 71)
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Nos ayuda a acercarnos más a Dios (Sal 3:38). Antes, David cayó
en pecado, porque no estaba cerca de Dios (estaba durmiendo
tranquilo en su palacio, y se levantó para ver a Betsabé, y
cometió adulterio y homicidio). Ahora, está lejos de Jerusalén,
viviendo a la intemperie, siendo perseguido por su hijo, Absalón;
sin embargo, está tranquilo, porque está cerca de Dios. La
disciplina fue lo que produjo el cambio en David.
*
Nos forma bien como hijos de Dios (v.10). Ejemplo: José (antes de
experimentar la disciplina de ser vendido por sus hermanos, era un
poco orgulloso e engreído; después de la disciplina, fue mucho más
humilde). Ver también Lam 3:27.
Reflexión: ¿Estamos experimentando la disciplina de Dios?
¿Estamos entendiendo el propósito de Dios?
3.
LA REACCIÓN ANTE LA DISCIPLINA
El autor de Hebreos nos da una serie de consejos acerca de cómo
reaccionar ante la disciplina de Dios:
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No menospreciemos la disciplina (v.5a). La palabra significa, ‘no
tengas en poco’, ‘no desestimes’. La disciplina es importante, y
de gran valor para el creyente.
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No nos desalentemos ante la disciplina (v.5b). No te pongas débil;
no pierdas control de tus sentidos; no te desvanezcas, no “desmayes”.
No caigas al piso, totalmente desalentado, sin ganas de seguir
adelante. ¡Esa no es la respuesta correcta ante la disciplina de
Dios!
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Valoremos la disciplina (v.68). Valoremos el amor de Dios. No
miremos la vara en la mano de Dios, sino el corazón que mueve la
mente de Dios. Valoremos el privilegio de ser hijos de Dios; de
ser parte de la Iglesia, a la cual Él va perfeccionando.
*
Aprendamos obediencia (v.9). En vez de molestarnos con Dios, o
desanimarnos espiritualmente, lo que debemos hacer es reconocer
nuestro pecado. Que ha sido nuestro pecado que provocó la
disciplina de Dios. Así que, usemos la disciplina para aprender a
ser más obedientes.
*
Tengamos paciencia (v.11). La crianza y educación de un hijo lleva
años. ¡Él tiene mucho que aprender! Si el padre tiene que tener
paciencia, al instruir al hijo, también el hijo debe tener
paciencia. No es suficiente experimentar la disciplina, hay que
ser EJERCITADOS en ello.
Conclusión
Cuando somos disciplinados por Dios, demos gracias; pero es mejor
aprender a agradar a Dios en todo, para no sufrir la disciplina del
Señor. Dios nos ama. Le duele disciplinarnos.